Rossana Salazar Jacob

 

CALLE CRUEL Y SOLEDAD

La olla negra se consume sobre el fuego intenso de la soledad.

La agonía destella el hambre en la calle.

Miradas de blancas líneas se asoman por las ventanas.

Y en los espejos del viento,

Se refleja el duro desamparo y el dolor. 

Calle cruel y soledad.

Corredores oscuros se ocultan como las sombras del ayer.

Ese ayer tan lejano y agónico que se diluye sin dejar rastro.

Volveremos al cosmos, a regresar al origen.

El hambre nos llevará sin retorno.

De prisa… quizás y serenos.

Los instintos más cobardes están en acción,

Luchando por aquello que hemos perdido.

No hay nada más que sea libre.

Tan libre como los sueños que hemos tenido.

¿A quién le puede importar ahora lo que sentimos?

Nadie está aquí para vernos morir…

Calle cruel y soledad.     

 

YO, MI VOZ

Yo, mi voz, mi instrumento y la calle.

El niño que mira la luz del sol.

La gente camina, se detienen, escuchan mi canción.

Me dan una moneda, un aplauso, la ilusión.

Tú, entre esa gente…

Veo tu mirada de trino alegre.

Yo, mi voz, la música, el amor.

Nadie más que tú canta mi canción.

Todos los amantes están ligados por los recuerdos compartidos,

El éxtasis de lo vivido, la pasión fugaz, el dolor.

Yo, mi voz, mi instrumento, la calle, la gente y tú.

La música, mi tristeza, el adiós.

 

MARGARITA MELINAO

En la barcaza Epu Huapi, desde Futrono en el Ranco,

Viene navegando silente, Margarita Melinao.

Vuelve a su isla de trigo, de cerros circundantes,

De paisajes de sueños, de bosques, peces y aves.

Trae su trino de ausencia,

Y en su mirada nostalgia.

No trae nada en sus manos,

Menos aún equipaje.

Todo lo dejó en Santiago, viene a cuidar a su padre.

Se levanta con la aurora a cocinar el Katuto

Y cuando llega la tarde, cosecha la papa en los surcos.

Y en su telar de arcoíris, teje de noche sus sueños,

Mantas, ukullas y ponchos,

Los que le dan el sustento que necesita en otoño.

Margarita Melinao, hija mayor del Lonco.

Hija del Mapudungun, de los cultivos y chuzos.

De esta tierra indomable, de costumbres ancestrales.

Margarita Melinao, está de vuelta en su isla.

Está vestida de flores.

Va caminando serena, acompañando a su padre,

A la morada del roble.

 

CIUDAD EXTRAÑA 

 Calles desiertas, lugares vacíos.

Llamas de sangre en la oscuridad.

Rostros ausentes, voces apagadas.

Esperanza y soledad.

Ciudad extraña, doliente.

Suspendida en silencio entre los cristales del tiempo.

Nuestro beso es el arma amenazante.

Y el abrazo  se ha detenido en nuestro cielo.

 ¿Qué pasará después?

 No lo sé…

Pero, ¿Cómo volver a querernos, al menos con el pensamiento?

¿Nacerá algún día la estrella que  nos abrirá el sendero?

 

CÓMO ME DUELES PAÍS…

¡Ay cómo me dueles país!

No me acostumbro a los jirones de mi vuelo.

¡Ay cómo me dueles país!

Caminar por las calles y sentir que es otro el suelo.

Y las gentes y las costumbres,

Los olores y sabores; es todo ajeno.

¡Ay cómo me dueles país!

Yo te busco por los senderos de mis recuerdos

Y daría lo que no tengo por estar bajo tu cielo.

Cuando llegue el día soñado

De nuestro encuentro

Y en los ojos de mi madre

Poder verme de nuevo

La nostalgia de mi mirada se habrá disuelto

Y mis noches y mis días

Encontraran por fin consuelo.

¡Cómo dueles en el alma!

Yo aquí extrañándote

Y tu allá tan lejos…

 

¿QUÉ ES LA BELLEZA?

¿Qué es la belleza?, sino el reflejo de un alma blanca.

¿Qué es lo bello?, sino la luz en los cerezos.

¿Qué es la belleza?, sino contemplar el alba.

La belleza es la armonía de los cantos de las aves.

Los cuerpos palpitantes.

Nuestras sangres mezcladas,

Las emociones intensas.

¿Qué es la belleza?, sino la inspiración del arte.

¿Qué es lo bello?, sino el aire.

Es el placer sensorial del ser.

La bondad de alguien.

El amor manifestado en el tiempo.

La baya azulada del canelo.

Las gotas que brillan en los musgos.

La base de todo, el logos.

¿Qué es lo bello?, naturaleza toda.

¿Qué es la belleza? ¡Sino la vida!

 

ENTRE LA BRUMA Y LA PASIÓN

Entre la bruma y la pasión

Mi cuerpo esperaba su cuerpo.

Llegaba y se iba, y se iba, y no volvía.

De pronto me encontré en lo imaginario,

Donde se origina el gran placer.

En ese cielo tan leve donde  hace tiempo nos perdimos.

Mi mente recorría aquellos largos corredores oscuros,

Ocultos como las sombras de su recuerdo.

Y volvían las pesadillas que hicieron,

Que cada noche despertara en sudor.

¡Cuánta memoria en derroche!

¡Cuánta locura vivida!

Tanto esperar para encontrar

Su cuerpo desnudo a mi lado.

Pero, sus ojos, a cualquier hora

Los encontraba  mirándome.

Mi cuerpo esperaba su cuerpo.

Llegaba y se iba, y se iba, y no volvía…