Barrio Yungay fue retratado por la literatura
En la década de 1840, el profesor y exiliado político argentino Domingo Faustino Sarmiento, quien publicó el artículo "La villa de Yungay" en El Mercurio de Valparaíso, el geólogo francés Amado Pissis y el sabio polaco Ignacio Domeyko, llegaron a vivir al barrio, otorgando a Yungay una fisonomía ligada a la residencia de incipientes grupos medios y vinculados al trabajo en el aparato público. En esta misma época se fundaron diversas instituciones en la zona como la Casa de Orates, la Hospedería San Rafael y la Escuela Nacional de Preceptores.
El fuerte crecimiento demográfico del sector llevó al Arzobispado de Santiago a erigir la Parroquia de San Saturnino en 1844, construida por segunda vez en 1887, en estilo gótico. A su vez, en 1861 se finalizó la construcción de la iglesia y claustro de Los Capuchinos, en las calles Cumming con Catedral. Pero sin duda, el hecho más relevante, ocurrió en 1888 cuando se inauguró el principal símbolo urbano de Yungay: el monumento al roto chileno del escultor Virginio Arias, que selló al barrio como el sector del "roto" y de la chilenidad dentro de la ciudad.
Durante el siglo veinte, el Barrio Yungay fue retratado por la literatura a través de obras como Juana Lucero (1902) del novelista Augusto D'Halmar y durante los años cuarenta por La sangre y la esperanza (1943) de Nicomedes Guzmán, quien ambientó su novela en la parte más norte de Yungay, mostrando el mundo marginal de los proletarios ferroviarios cercanos a calles Mapocho y San Pablo.
En la década del veinte, se construyeron, en la parte más sur del barrio -calle Huérfanos-, hermosos y elegantes cités como el Lucrecia Valdés de Barros y el Adriana Cousiño, además del Teatro Novedades, en Cueto.
Hacia 1950 el barrio Yungay constituía un mundo aparte en la vida urbana de masas. Su fisonomía provinciana y los lazos comunitarios eran extraños en una ciudad como Santiago y, mientras en otros barrios desapareció el carnaval, en Yungay se celebra hasta hoy, cada 20 de enero.
El terremoto de 1985 afectó las construcciones del sector, especialmente aquellas edificadas en el siglo XIX. Pese a esto, el surgimiento de organizaciones vecinales como el Comité de Adelanto del Barrio Yungay, al igual que la renovación de establecimientos señeros como la "Peluquería Francesa", han impulsado nuevamente los históricos lazos comunitarios de uno de los barrios más llamativos de la capital.