Horacio y su Arte Poética - ." La Poesía es uno de los géneros que no admite mediocridad"

14.04.2016 00:10

EL VALOR DE LA POESIA

En la Epístola a los Pisones, que es su arte poética, determina sus conceptos, que son los del clasicismo más acendrado y más fino. La epístola es un don de sabiduría madura de un hombre que estudió mucho a sí mismo y a los demás y ha meditado mucho sobre su arte.

En la epístola a los Pisones, Horacio renueva y enriquece la visión sobre la creación artística que en el siglo V aC Aristóteles dejara precisado en su Poética.

El tono sufre una variación; pues, mientras Aristóteles realiza un registro - al que agrega comentarios y opiniones - de sus observaciones y de lo que grandes poetas habían mostrado, Horacio se presenta como un artista con conocimiento y experiencia suficiente que le confieren autoridad para aconsejar, criticar, elogiar y rechazar.

El texto cuenta con treinta apartados conectados por el tema común al que se refiere y por los vocativos utilizados, propios del soporte textual elegido, con los que Horacio recaptura permanentemente la atención y amengua la distancia enunciativa:

"... Nobles, Pisones..." "¡Oh ilustre Pisón y vosotros, hijos dignos de tal padre..." "Caro, Pisón ..."

Estos destinatarios reales son el puente y la excusa para exponer su concepción artística.

Valiéndose de comparaciones ("Así como los árboles mudan la hoja al morir el año ...así también perecen con el tiempo las palabras antiguas..." VII), anécdotas ("Un estatuario de cerca del Circo de Emilio ..." IV), metáforas ("El atleta que anhela llegar primero a la meta ... mucho tiempo se ejercitó de niño..."XXIX), citas de autoridad ("Homero nos enseñó ..." VIII) concreta su intención didáctica. Sus enseñanzas, sus premisas surgen en forma de exclamaciones o frases aforísticas, como:

Si no hay arte, el miedo de un defecto nos hace caer en otro peor. III

Nosotros y nuestras obras somos deudores a la muerte. VII

Recread instruyendo. XXVII

 

CONTENIDO DE LA EPÍSTOLA

En primer lugar aconseja la unidad de conjunto en toda obra. El artista debe entender el conjunto y no sólo las partes. Si bien, hay libertad para escribir "no ha de ser para poner en uno lo fiero con lo manso".

El artista debe guiarse por dos criterios: oportunidad y selección; escoger un asunto proporcionado a sus fuerzas y mejor, "empezar sin énfasis, modestamente"; pues, caen en ridículo los que anuncian cosas graves y acaban con "frioleras". Un asunto conocido puede volver a tratarse, pero no como "servil copista".

En cuanto al lenguaje, se permite el uso de voces y expresiones nuevas para ideas nuevas, como las voces derivadas del griego y latinizadas sin violencia. Considera lícito introducir "palabras selladas con el cuño del tiempo presente", pero "siempre proceder con tiento". Por otra parte, el lenguaje debe ser adecuado al estado de ánimo y a la condición de quien habla. Como dice Aristóteles, "se ha de considerar quién las dice" (a las palabras). Por ello, el cuidado que se ha de tener y, fundamentalmente, porque "la naturaleza valiéndose del lenguaje expresa los movimientos del alma"

Otro aspecto examinado es el verso. Aristóteles ya había expresado: "la naturaleza dictó el metro propio apto para las pláticas: el yambo"; Horacio, en coincidencia, dice que el yambo (una sílaba breve seguida de una larga) se acomoda más al diálogo y a la acción. Cree, además que cada verso tiene su carácter; por esto, conviene guardar el estilo adecuado, es decir, no emplear versos trágicos en un asunto cómico y viceversa. El dístico (pies desiguales) ha sido más utilizado en la epopeya.

En cuanto a los caracteres de los personajes, exhorta a seguir la tradición. Aquellos personajes conocidos se deben mantener con el carácter que históricamente han tenido y desde el principio al final de la obra. Como ejemplo, vale citar: Aquiles se presentará impetuoso, iracundo, infatigable. Es importante observar los rasgos propios y las costumbres de cada edad, a fin de no desatinar al dar el papel de viejo al joven, o lo inverso. "Fijaos bien en los modelos vivos de la sociedad, en las diversas costumbres...". una obra puede adolecer de faltas de estilo; pero, si pinta bien las costumbres y con naturalidad, gustará al público.

Conmina a considerar también al público, observar también el auditorio de una tragedia y no sacar a escena "cuadros que no son para ser vistos" por su crueldad o violencia, pues sólo producirán incredulidad o asco. Esos episodios se pueden dar a conocer "por medio de una narración patética".

Define claramente que el drama tendrá exactamente cinco actos, que no se introducirá dios alguno de manera trivial o frívola y que sobre el escenario sólo habrá cuatro interlocutores. Aristóteles, mencionando a Sófocles, hablaba de tres. Horacio aclara que podrá haber en escena veinte actores, pero sólo hablarán tres y un cuarto lo hará en aparte.

Dedica varias palabras a la función del coro. Este es un actor, su función es recitar versos en los entreactos y amenizar con el canto y la música de flauta.

El clasicismo de Horacio está abiertamente expresado en el apartado XXIII: "Estudiad los modelos griegos; leedlos noche y día". Promueve una observación de los modelos griegos y, a la vez, una autocorrección limando, los poetas, sus obras. Recomienda que el poeta debe someter juicio de algunos conocidos, pero no de adulones, aquello que escriba, y luego guárdalo nueve años, antes de volver sobre lo escrito. "Condenad todo poema que no ha sido depurado por muchos días de corrección..." La Poesía es uno de los géneros que no admite mediocridad"

Una de sus premisas sobre el arte de escribir sentencia: "El principio y la fuente para escribir bien es tener juicio". Horacio invoca como fuente de juicio el estudio de los filósofos, en lo que hace al fondo de las cosas, y la observación los modelos vivos de la sociedad. Como Aristóteles, insiste en la necesidad de mostrar cosas verosímiles y tratar temas que sean útiles y agradables al público. "Recread instruyendo" "Saber mezclar lo útil con lo agradable". "La sabiduría dictó en verso sus primeras enseñanzas" con esta frase comienza su reflexión sobre el valor de la poesía.

Tras mencionar a Anfión, Homero, Tirteo, determina como condiciones del poeta, el temperamento y el arte, es decir, se exigen mutuamemnte genio y estudio y cultivo. Finalmente, al hablar de los poetas, les confiere un conocimiento especial y el privilegio de disponer de la propia vida al aceptar y indicar explícitamente que debe permitírsele a ellos "quitarse la vida cuando les venga en gana".

Si bien Horacio explicita su concepción poética en la Epístola a los Pisones , en esa misma carta manifiesta que su obra es el ejemplo más claro de lo que debe ser la poesía.

Sin escribir cosa alguna, enseñaré cómo se escribe; diré la misión y las reglas del poeta, el manantial donde ha de beber, lo que el buen gusto permite y lo que no, los atrevimientos del genio y los escollos de la ignorancia.