Walt Whitman, el padre del verso libre.
Le apasionaba escribir sobre la vida y la muerte, la sexualidad, la prostitución, todo ello, a través de una poesía cercana, entendible para cualquier hombre o mujer que quisiera acercarse a su personal concepto de la realidad.
Para Whitman, el alma era inmortal, por tanto, se encontraba en un estado constante de progreso y desarrollo. Él mismo creó al artista, le dio forma a través de sus versos. Estaba dispuesto a infundir cierta empatía en la población, a pesar de ser un país dividido. Poseía el talento, la sensibilidad suficiente para saber encontrar en lo cotidiano la belleza más inquietante.
Amaba sentir a la humanidad en movimiento. Aficionado a los paseos por la ciudad, cogía autobuses, iba a museos, se sentaba durante horas en la terraza de un bar para llegar a absorber la esencia de lo que allí estaba ocurriendo, plasmando todas aquellas imágenes en su poesía. Su cuaderno fue testigo de lo que el poeta oía y veía, sus versos eran como pequeños collages de vidas anónimas.
Disfrutó enfrentándose a numerosos editores conservadores de periódicos rivales; en cuatro años, llegó a perder varios trabajos. Pronto se distinguió de los demás por su manera de hacer las cosas, escribiendo sobre temas tan polémicos como los derechos de la mujer, la pena de muerte o la inmigración. Estuvo dispuesto a sacrificar su vida, su familia e incluso su salud, para obligar al país a encarar su propia realidad.
En 1855, publicó su libro de poemas Hojas de hierba, concretamente el 4 de julio, Día de la Independencia, llegando a convertirse en una colección poética, puesto que editó y revisó la obra en varias ocasiones a lo largo de toda su vida. Gastó todos sus ahorros para publicar la primera edición, imprimiéndose 795 ejemplares. El resultado fue muy satisfactorio, su obra despertó un gran interés entre la crítica, sobre todo gracias al apoyo del escritor y filósofo Ralph Waldo Emerson.
“Me celebro y canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también”.
Siguieron ocho ediciones más, con un total de 389 poemas. Una obra maestra, que hoy puede disfrutarse en edición bilingüe, traducida por el escritor y filólogo, Eduardo Moga. En ella, se incluyen los prólogos de todas las ediciones, prosas y el diario que Whitman llevaba consigo mientras prestó sus servicios como enfermero durante la guerra.
Su canto al amor puro y sincero por su tierra, al hombre común, llevó la inspiración a infinidad de poetas como León Felipe, Pablo Neruda, José Martí, Juan Ramón Jiménez, y, por supuesto, Federico García Lorca. Hambrientos de libertad, pasión y espíritu, quisieron inspirarse a través de su legado, llegando a grabar en ellos el sentir por la humanidad que profesaba Walt Whitman.
Arquitecto de la literatura norteamericana, hombre comprometido, ser excepcional; sus palabras han llegado a cruzar océanos y tiempo, para dejar impresa su magnífica forma de interpretar la vida.