Y sus últimas palabras fueron : “¡Los están fusilando! ¡Los están fusilando!”

25.09.2015 18:50

En 2013, la tumba de Neruda en Isla Negra fue abierta para determinar si murió de cáncer o fue envenenado. El premio Nobel sostenía que la historia de su país volvía a ser la de siempre: “La oligarquía organiza revoluciones sangrientas y los militares hacen de jauría”. Entonces, ¿fue ejecutado por sus enemigos? Sabemos por el emocionante testimonio de su viuda, Matilde Urrutia, que lo contó en Mi vida junto a Pablo Neruda, que el genio de las Odas elementales murió con el nombre de los criminales y sus víctimas en los labios: “Están matando gente”, le decía a su mujer en la clínica, “la morgue está llena de muertos… ¿Usted no sabía lo que le pasó a Víctor Jara? Le destrozaron las manos. (…) ¡Oh, Dios mío! Si esto es como matar a un ruiseñor. Dicen que él cantaba y que eso los enardecía”. Y sus últimas palabras fueron éstas: “¡Los están fusilando! ¡Los están fusilando!”.

De Neruda llegó a imprimirse, a los cuatro años de su desaparición, un segundo tomo vagamente autobiográfico, Para nacer he nacido, que reunía algunas de sus prosas dispersas. Ahora, a los 45, su voz regresa en Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos, donde, a pesar de todo, hay dos o tres magníficos. El análisis de sus restos determinó que su muerte había sido a causa de la enfermedad y, por lo tanto, no había sido asesinado. Sus seguidores ardemos en deseos de leer el libro en el que alguno de sus desenterradores nos cuente todo lo que encontraron. - elpais.com